Resumen ¡Viva la diferencia! (Pilar Sordo)


Resumen del Libro ¡Viva la diferencia!

Desmintiendo la malentendida idea de que hombres y mujeres son iguales, en este libro la reconocida psicóloga Pilar Sordo plantea la posibilidad de «ir más allá de los géneros», al admitir que hombres y mujeres somos absolutamente distintos.

Femenino y Masculino. Diferencias psicológicas encontradas

Para los hombres es muy fácil ejercer tiempos personales y para ellos darse esos tiempos está incorporado incluso culturalmente como un derecho básico. A nadie se le ocurriría interrumpir a un hombre mientras duerme siesta o mientras ve televisión, ya sean noticias o un partido de fútbol o mientras está en el baño. No obstante, está permitido, culturalmente existen códigos inconscientes, que apoyan el que los hijos despierten a la mamá únicamente o de todas maneras antes que al papá. Esto está totalmente validado por el código femenino más habitual.

El motor que mueve a las mujeres y a lo femenino está principalmente en su vida afectiva. Su trabajo consiste sobre todo en tratar de mantener sus relaciones afectivas en buen estado, esto quiere decir que una mujer está bien en la medida en que la gente que ella quiere está bien con ella. En cambio, lo masculino se encuentra bien en la medida en que logra los objetivos y las metas que se propone. Esto plantea que lo masculino estaría determinado mayoritariamente por el logro de las metas y por el logro de una u otra forma de los objetivos que se ha ido proponiendo a lo largo de la vida.

La mujer valora mucho más los procesos que los objetivos de las cosas y los hombres, en cambio, valoran más los objetivos y no toman tanto en cuenta o no consideran tan relevantes los procesos emocionales. Esta capacidad de ir de a poco, de valorar los pasos se refleja también en el comportamiento sexual, caracterizándose la mujer por apreciar más y mejor el antes y el después que el durante, que es lo que más tiene que ver con la penetración, centrado en un objetivo masculino, y no así los procesos anteriores y posteriores que indudablemente tienen una valoración femenina importante.

Una tercera diferencia importante entre lo femenino y lo masculino es la dificultad que tendríamos las mujeres o que tendría lo femenino para poder separar las cosas. Las carteras son un estupendo ejemplo de cómo a las mujeres nos cuesta tanto mantener todo separado y ordenado. Por lo general en una cartera de mujer se puede encontrar desde un remedio hasta un útil escolar de uno de sus hijos, y esto porque a nivel de estructura mental pareciera que nos cuesta mucho más poder separar y poder dividir nuestros procesos afectivos en distintos compartimentos; aspecto que los hombres o lo masculino normalmente tienen muy bien desarrollados: en un bolsillo el celular, en otro bolsillo el pañuelo, en otro bolsillo la billetera. Así pues, tienen todo dividido, lo cual es un buen reflejo de cómo funciona su estructura mental.

Los hombres tienen la capacidad de concentrarse con mayor facilidad en una sola cosa; en cambio, las mujeres tenemos lo que se entiende como una capacidad multifocal a nivel neurológico. La verdad es que si bien la multifocalidad puede ser un aspecto muy positivo dentro de lo femenino, ya que otorga el poder de concentrarse en distintas cosas a la vez —no es poco frecuente ver a mujeres viendo televisión, planchando, hablando por teléfono y al mismo tiempo revisando las tareas de sus niños—, es asimismo causa de gran cansancio y agotamiento.

Los hombres en general pueden ver televisión, pero no les gusta hablar y ver tele al mismo tiempo, pues esto les significaría desconcentrarse de una de las dos cosas para ser ciento por ciento eficientes: o ven televisión o hablan, si no es así se van a sentir y se mostrarán molestos o enojados.

La quinta diferencia relacionada con lo femenino y lo masculino es que la mujer necesita hablar para resolver sus conflictos. Comprender esto tiene gran relevancia, ya que en este punto se origina la necesidad de las mujeres de conversar. Lo masculino, en cambio, sólo habla cuando tiene los conflictos resueltos; es decir, va a llegar de una u otra manera a contar sus situaciones en la medida en que cuenta los éxitos o los fracasos, pero ya con carácter de definitivo.

Es frecuente que al preguntar a un hombre qué le pasa (pues uno ve que está con cara larga) se obtenga por respuesta un «nada». Y seguirán respondiendo nada, porque no transmitirán lo que les ocurre hasta que no hayan solucionado el conflicto.

En el aspecto emocional aparece la sexta diferencia entre lo femenino y lo masculino; esta diferencia tiene que ver con que al parecer lo femenino está entrenado para entristecerse por todo y lo masculino está entrenado para enrabiarse por todo.

Nosotras necesitamos a nuestros hombres junto a nosotras, tratando de acogernos y no dándonos soluciones frente a los conflictos. Por su parte, el hombre necesita estar solo cuando está aproblemado para poder resolver internamente sus conflictos y posteriormente mostrar sus logros o sus objetivos resueltos.

La conducta lúdica es otra diferencia que marca muy especialmente los comportamientos femenino y masculino. En general las mujeres dejamos de jugar a muy corta edad, esto quiere decir que si una niñita de cinco o seis años juega o está jugando a las muñecas ya no está jugando a las muñecas, pues han de saber que esa muñeca ya no es una muñeca.

Los hombres, en cambio, nunca dejan de jugar; se dice que «ellos cambian los autos chicos de cuando son niños por los autos grandes cuando son adultos».

Fin del Resumen

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