El equilibro cuerpo mente

Resumen El Equilibrio Cuerpo Mente (Osho)


Resumen del Libro El Equilibrio Cuerpo Mente

En el resumen del libro El Equilibro Cuerpo Mente, el autor nos enseña: En un universo en donde todo el mundo está siendo iniciado en los silencios del corazón –en otras palabras en los métodos de meditación-, es necesaria una clase totalmente nueva de educación en la que todo el mundo debe estar preparado para ser compasivo con su propio cuerpo.

Escucha a tu cuerpo, sigue a tu cuerpo.

El cuerpo es un regalo tan maravilloso de Dios que luchar con él es como negar al mismo Dios. Es un santuario… estamos acogidos en él; es un templo. Existimos dentro de él y tenemos que tener los máximos cuidados para con él; es nuestra responsabilidad.

Si consigues entrar a fondo de tu cuerpo, justo en todas esas profundidades encontrarás tu alma. El alma está escondida en las profundidades del cuerpo. El único deber que tienes es el de ser feliz. Haz de ello una religión. Si no eres feliz, entonces algo debe de fallar en lo que sea que hagas, y hace falta un cambio drástico. Deja que la felicidad decida.

Aprende a fluir con la existencia de modo que no sientas culpas ni tengas heridas. No luches ni contra el cuerpo, ni con la naturaleza, ni con nada; así estarás en paz y a salvo, tranquilo y sosegado. Ese estado te ayudará a estar más alerta, más consciente, más despierto.

La única manera de estar en contacto con la vida, la única manera de no quedar rezagado, es tener un corazón que no se siente culpable, un corazón que es inocente. Olvida todo lo que se te ha dicho –lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer- nadie más puede decidirlo sino tú.

Intenta hacer contacto con el cuerpo cuando te encuentres bien.

Recuéstate en la hierba, cierra los ojos, siente la sensación de lo que está pasando dentro, el bienestar en ebullición. Métete en un río. El agua está tocando el cuerpo y cada célula se está refrescando. Siente en el interior cómo la frescura penetra célula por célula, cómo se adentra en el cuerpo. El cuerpo es un gran fenómeno, uno de los milagros de la naturaleza.

Siéntate al sol. Deja que los rayos penetren en tu cuerpo. Siente el calor según el calor entra hasta lo más profundo, cuando toca cada célula de tu cuerpo y llega hasta los huesos. El sol es la vida, la auténtica fuente. Con los ojos cerrados siente lo que está pasando. Permanece alerta, está atento y disfruta. Poco a poco llegarás a ser consciente de una sutil armonía, una hermosa música que suena continuamente en el interior.

Cuando tengas hambre, come. Cuando tengas sed, bebe. Cuando tengas sueño, vete a dormir. No fuerces algo que es natural. Durante algún tiempo puedes forzarlo, porque existe un margen de flexibilidad. Si quieres ayunar, puedes hacerlo durante unos cuantos días, pero cada uno de ellos te irás debilitando más y más, y cada día irás sufriendo un poco más. Si no quieres respirar, podrás hacerlo durante unos pocos segundos, pero sólo durante unos pocos; hasta ahí existe un margen de libertad. Pero eso no es mucho, y enseguida sentirás un ahogo, una sensación de asfixia al no poder respirar.

Si tienes una idea predeterminada respecto a cómo debería ser el cuerpo, serás desdichado.

El cuerpo es como debería ser. Si tienes una idea preconcebida, sufrirás un desengaño; olvida tal idea. Éste es el cuerpo que tienes; es el cuerpo que Dios te dio. ¡Úsalo… disfrútalo! Y si empiezas a amarlo, empezará a cambiar, porque si una persona ama su cuerpo, quiere decir que lo cuida, y el cuidado es fundamental. Entonces no lo atiborrarás de comida innecesaria, porque lo cuidas. Entonces no lo privarás de alimento, porque lo cuidas. Entonces no lo privarás de alimento, porque lo cuidas. Escuchas sus exigencias sus indicaciones: lo que quiere, cuándo lo quiere.

Cuando lo cuidas, cuando lo amas, estás en armonía con el cuerpo, y éste automáticamente se pone bien. Si no te gusta tu cuerpo, surgirá el problema, porque poco a poco serás indiferente a él, negligente, porque, ¿a quién le importa un enemigo? No lo mirarás; tratarás de evitarlo. Dejarás de escuchar sus mensajes, así lo odiarás aún más.

Si comes con diferente mentalidad, con diferente actitud, bebes agua de la misma manera y recuerdas tener siempre más sensualidad y sensibilidad, pronto notarás que el cuerpo había estado como muerto en muchas zonas. Te sientes revivir como si hubieras sido un león dormido que ahora despierta, extiende las patas, estira el cuerpo. Notarás la misma sensación de despertar a la vida. Es casi como una resurrección.

Mantén una hora fija para irte a dormir.

Si te duermes cada noche hacia las once, que sea a las once. Eso, lo primero: ajústate a una hora fija, entonces el cuerpo se acostumbra a un ritmo. No cambies la hora, de lo contrario confundirás al cuerpo. Tu cuerpo se queda confundido; durante muchos días tiene alteración de horarios, algunas veces obligado a dormir otras no. Así el cuerpo pierde la pauta de su ritmo; hay que crearlo de nuevo. Existe un ritmo biológico y el cuerpo ha perdido la pauta.

Antes de irte a la cama, durante media hora, baila vigorosamente para que todo el cuerpo pueda desprenderse de todas sus tensiones. Si te vas a la cama con ellas, te mantendrán despierto. Si te vas a ir a dormir a las once, a las diez empieza a bailar. Hazlo hasta las diez y media. Entonces date una ducha o un baño caliente. Relájate en el baño durante quince minutos. Que se relaje todo el cuerpo. Primero el baile para eliminar todas las tensiones; luego, una ducha caliente. Un baño será mucho mejor que una ducha, así puedes tumbarte en la bañera durante media hora, quince minutos, veinte, relajarte bien. Después come algo; cualquier cosa caliente irá bien, no fría. Leche caliente servirá.
Después vete a la cama. No leas antes de dormir: nunca.

Si te has quedado dormido y a las tres o las cuatro te despiertas, quiere decir simplemente que el cuerpo está descansado. El descanso del cuerpo ha terminado, ahora la mente se pone a crear problemas. Aprovecha esa hora. Quédate en cama en silencio; ¡disfruta del silencio de la noche!

En lugar de inquietarte porque se ha roto el sueño, disfruta el momento para meditar. No hay necesidad de levantarse: quédate en la cama, descansa, pero escucha… Los sonidos de la noche están presentes, el silencio de la noche. Sueña el tráfico pero no hay gente; todo el mundo duerme. ¡Es una maravilla! Estás solo –casi como si te encontraras en la montaña- con la oscuridad y el ambiente tranquilizador de la oscuridad. Disfrútalo y relájate en el disfrute.

Deja la prisa.

Una persona que es demasiado trabajadora leerá de prisa, hablará de prisa, comerá de prisa; es obsesiva. Haga lo que haga, lo hará de prisa, incluso cuando no hay necesidad. Hasta dando su paseo matinal, y da igual que el paseo sea cosa de dos o tres kilómetros. Porque un hombre obsesionado con la prisa irá siempre de prisa. Es simplemente su mecanismo automático, su comportamiento automático y mecánico. Entra dentro de su misma naturaleza. Tú debes evitarlo.

Empieza desde hoy, reduce el ritmo a la mitad. Levántate despacio, camina despacio. Eso también te aportará una mayor percepción, porque al hacer algo muy despacio –por ejemplo mover muy lentamente la mano- eres consciente de ella de un modo mucho más intenso. Cuando la mueves de prisa lo haces mecánicamente.

Cuando comas, mastica bien. No tragues de prisa, porque si comer es un acto oral, debes disfrutarlo en la boca.
¿Por qué no masticar tranquilo? Si comes diez bocados de algo puedes disfrutar cada bocado más masticándolo diez veces. Será casi como dar diez bocados si tu disfrute está sólo en el gusto.

Cuando comas, mastica más, porque el goce está más arriba de la garganta. Por debajo no hay gusto –nada en absoluto- ¿entonces por qué correr tanto? Mastica más, saborea más. Y para hacer más intenso el sabor, haz todo lo que hay que hacer. Cuando vayas a comer algo, huélelo primero. Disfruta su olor porque la mitad del gusto está en el olor.

Comunícate con tu cuerpo.

Siempre que tengas tiempo, durante unos cuantos minutos relaja las vías respiratorias, nada más; no hay necesidad de relajar todo el cuerpo. Sentado en un tren, en un avión, o en el auto, nadie se dará cuenta de lo que estás haciendo. No tienes más que relajar las vías respiratorias.

Procede como cuando están funcionando naturalmente. Cierra entonces los ojos y observa cómo entra la respiración, cómo sale, cómo entra… No te concentres, porque sino no te saldrá bien, crearás un obstáculo.
Uno debe estar muy cómodo para relajarse. Ponte cómodo.

Toma la postura que prefieras en la silla. Cierra los ojos y relaja el cuerpo. Desde la punta del pie hasta la cabeza, siente por dentro de dónde se halla la tensión. Si la sientes en la rodilla, relaja la rodilla.
Tócala y dile: “Relájate por favor”. Al cabo de una semana, serás capaz de comunicarte con el cuerpo. Una vez que empieces a comunicarte con él, las cosas resultan muy fáciles.

Correr puede ser una meditación: trotar, bailar, nadar, todo esto puede ser una meditación. Mi definición de ella es: siempre que tu cuerpo, mente, alma están funcionando juntos al mismo ritmo, es meditación.

Fin de Resumen

Deja un comentario