Cuestión de dignidad

Resumen Cuestión de Dignidad (Walter Riso)


Resumen del Libro Cuestión de Dignidad

En el resumen del libro Cuestión de Dignidad, el autor nos explica: Nadie nace predeterminado a ser sumiso, esto se aprende de forma paulatina, “sin darse cuenta”. No es una cuestión biológica ni hereditaria, es un comportamiento aprendido y por lo tanto modificable.

Asertividad

DECIMOS QUE UNA persona es asertiva cuando es capaz de ejercer y/o defender sus derechos personales, como por ejemplo, decir “no”, expresar desacuerdos, dar una opinión contraria y/o expresar sentimientos negativos sin dejarse manipular, como hace el sumiso, y sin manipular ni violar los derechos de los demás, como hace el agresivo.

Las personas no asertivas piensan, sienten y actúan de una manera particularmente débil a la hora de ejercer o defender sus derechos. Los pensamientos típicos que las caracterizan pueden resumirse así:

  • “Los derechos de los demás son más importantes que los míos”.
  • “No debo herir los sentimientos de los demás ni ofenderlos, aunque yo tenga razón y me perjudique”.
  • “Si expreso mis opiniones seré criticado o rechazado”.
  • “No sé qué decir ni cómo decirlo. No soy hábil para expresar mis emociones”.

Es importante destacar que la mayoría de las personas tiene algo de inasertivo. No es necesario cumplir cada uno de los criterios técnicos señalados o estar en el extremo del servilismo para que la dignidad esté fallando.

Muchas de las personas que intentan pasar de la sumisión a la asertividad se pasan de revoluciones y caen en la agresividad. No obstante, el mecanismo pendular sumisión /agresión va acomodándose hasta encontrar un equilibrio funcional y saludable. Mientras ello ocurre, hay que estar atento.

El objetivo de la asertividad no es lastimar a otro sino defenderse y autoafirmarse, sentar precedentes de inconformidad e intentar modificar un comportamiento que viola nuestro territorio. Pero, a veces, por más asertividad que usemos, es imposible producir un cambio significativo en la otra persona.

Situaciones en las que no es recomendable ser asertivo.

Cuando la integridad física puede verse afectada: En medios sociales, altamente violentos, en los que la vida ha dejado de ser un valor, es necesario reservar la asertividad sólo para momentos relevantes y específicos, cuando la integridad física no corra riesgos. Nadie con uso de razón se le ocurriría ser asertivo con alguien que le está apuntando con un arma: “Señor, quiero sentar una enérgica protesta por su conducta delictiva y que atenta contra mis derechos como ciudadano”.

Cuando se puede lastimar innecesariamente a una persona: Si la asertividad puede lastimar a otra persona de manera innecesaria, la decisión debe revisarse. Las personas que derraman sinceridad ácida por los cuatro costados son insoportables: “No me gustan tus zapatos”, “No me gusta como hablas”, “Me aterran tus chistes”, “No comas así”, “Tienes caspa”, “Estás gorda”, en fin, el rosario de los que padecen de quisquillosidad crónica. La insensibilidad por el dolor ajeno no se compadece con la defensa de los derechos.

Cuando haya un costo social significativo: Un punto que causa escozor entre los que comienzan a ensayar la conducta asertiva es el costo social. La sorpresa es mayúscula, porque la cantidad de “amigos” suele reducirse a la mitad. Tal como lo demuestran los estudios sobre la percepción social de la asertividad, a mucha gente le disgusta la honestidad directa, así sea empática y moderada.

La asertividad nos ayuda a experimentar e integrar las emociones a nuestra vida

Cuando expreso lo que pienso y siento, libero la mente y sano mi cuerpo. Me doy la oportunidad de observarme a mí mismo en relación con los otros, me descubro y me comprendo en cada acción y reacción del intercambio. Las investigaciones que muestran que la expresión asertiva de la ira, y de las emociones en general, permite prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida.

Para que la asertividad no genere esa mezcla fulminante entre culpa y miedo, los individuos que intentan ser asertivos deben profundizar y reflexionar sobre tres principios fundamentales: tolerancia, prudencia y responsabilidad.

Si usted desea ser asertivo, no descuide la manera de expresarse, pero tampoco olvide que no debe sacrificar el contenido verbal, es decir, el tema central del mensaje. Sería recomendable que evite los extremos de cada componente, ya que suelen ser mal evaluados y pueden alterar la calidad de la información. Por ejemplo, no sostener la mirada (mirada huidiza) es típico de la gente sumisa, pero mirar demasiado intensamente (mirada penetrante) es una de las características de los sujetos agresivos.

Una gesticulación pobre es síntoma de inasertividad, pero una expresión gestual histriónica y exagerada produce hastío. Un volumen de voz muy bajo demuestra inseguridad, pero uno muy alto puede generar miedo.
Una entonación monótona puede crear la impresión de poca emotividad o compromiso, y un énfasis demasiado marcado puede dar lugar a malas interpretaciones.

Elementos que le dan forma a la conducta asertiva.

Mirar a los ojos.

La mirada huidiza es típica de las personas inasertivas. Ellas buscan desconectarse en vez de conectarse, escapan a cualquier tipo de contacto y especialmente al contacto ocular; los ojos hablan y esculcan.
La mirada siempre nos desnuda y nos pone frente a frente con lo que somos. Sostener la mirada es una manera de mostrar valentía y también abrirse a la indagación del prójimo.

El asertivo no escapa a la mirada, la sostiene el tiempo necesario para establecer un buen enganche. ¿Qué sentimos cuando alguien nos esquiva la mirada? Dos cosas: desconfianza, porque suponemos que tiene algo que esconder y rabia, porque al ignorarnos no nos considera un interlocutor válido.

El volumen de voz.

La voz poco audible produce incomodidad. Las personas que se sienten intimidadas por los modelos de autoridad suelen bajar los decibeles abruptamente. La creencia es que si menguamos el volumen, el impacto del mensaje no ofuscará tanto al receptor. Los inasertivos utilizan un volumen de voz demasiado bajo, lo que dificulta la comunicación, además de dar una mala imagen. ¿Qué impresión nos llevamos de alguien que habla con un volumen de voz bajo? Sería evaluada como una persona tímida e insegura.

Modulación y entonación de la voz.

Hay personas que hablan como un ordenador de última generación. Son planos, aburridos, sin inflexiones y sumamente monótonos. La entonación comunica sentimientos, nos hace humanos, nos hace simpáticos, empáticos o antipáticos. La amistad va de la mano de la entonación, porque los amigos se cantan la amistad cuando hablan. Y los que no se quieren, lo hacen con sarcasmo, cinismo o desinterés, es decir, con entonaciones odiosas. ¿Qué sentimos cuando alguien nos habla con una entonación pobre y sin modulación afectiva? Aburrimiento, desconexión, un peso en el cerebro y pereza de responder.

Fluidez verbal.

La fluidez verbal requiere espontaneidad y seguridad. Los tiempos muy largos de respuesta, cuando se piensa demasiado, crean angustia en el que está esperando el mensaje. Hay individuos que tardan siglos en contestar como si cada conversación fuera una cuestión de vida o muerte. Sin embargo, la mayoría de las relaciones interpersonales no son tan trascendentes como para poner a funcionar todo el sistema cognitivo en su máxima potencia.

La postura.

La postura de los sumisos es inconfundible. El cuerpo suele estar más inclinado que el de su interlocutor y la cabeza un poco más agachada de lo normal, dando la impresión de una reverencia sutil. La postura comunica actitudes, y el inasertivo, con su sola presencia física, demuestra que lo único que desea es no molestar ni someterse. Algunos adoptan el saludo militar y luego de una imperceptible genuflexión agregan un apaciguado: “Sí, señor”. En Latinoamérica es común oír expresiones como “¡Mande!” o “¡A la orden!”.

¿Qué sentimos cuando una persona se inclina ante nosotros de manera servil? Rechazo y distanciamiento. Es difícil acercarse afectivamente a alguien que no se respeta a sí mismo. La sumisión, al igual que la cobardía y otras debilidades, produce rechazo.

Los gestos.

El gesto es la entonación del cuerpo. Es el que acompaña físicamente al lenguaje y completa su sentido. El gesto es lenguaje no hablado, silencio que delata, expresión en estado puro. Se puede gesticular con todo lo que somos. No sólo miramos a los ojos, también observamos las arrugas, las cejas, la boca, las comisuras, la nariz, las orejas, y todo a la vez. Los gestos de los individuos no asertivos suelen estar desfasados con respecto al lenguaje hablado.

El contenido verbal del mensaje.

El contenido del mensaje asertivo es la transcripción en palabras de la meta que deseamos alcanzar. Debe ser claro, explícito, directo y franco y, tal como vimos, considerado y respetuoso de los derechos ajenos. El contenido no puede tener puntos medios, es el único componente que no puede ser negociable, no puedo fallar en lo que digo: es o no es.

Hay personas que a punto de expresar sus pensamientos o sentimientos terminan diciendo otra cosa, cambian de tema, porque el miedo o la inseguridad se lo impiden. Si es así, simplemente no fueron asertivas, no importa qué tan bien se hayan expresado. Si me veo obligado a manifestarle a alguien que ya no me siga robando, puedo hacerlo de mil maneras, hasta con música, pero la esencia del mensaje debe estar presente.

Fin del Resumen

Un comentario en «Resumen Cuestión de Dignidad (Walter Riso)»

  1. Buenas noches. Me pareció, muy simpático el mensaje del libro. De veras, es muy especifico el contenido. Me encanto. Cuanto vale este libro?

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