La semana laboral de 4 horas

Resumen La Semana Laboral de 4 Horas (Timothy Ferriss)


Resumen del Libro La Semana Laboral de 4 Horas

La vida no tiene que ser tan dura. La mayoría de la gente se ha dedicado durante demasiado tiempo a convencerse de que la vida tiene que ser difícil, resignados a pasar día tras día en una cárcel laboral mortalmente aburrida a cambio de fines de semana (a veces) relajantes y ocasionales días de vacaciones (pocas, no sea que te despidan).

El dinero ya no se lleva.

Los Nuevos Ricos (NR) dejan de aplazar su vida para crear formas en el presente, sirviéndose de las divisas del Nuevo Rico: tiempo y movilidad. Esto es a la vez un arte y una ciencia que denominaremos diseño de vida (DV).

Ser rico en términos de dinero poseído y ser capaz de vivir como un millonario son en esencia dos cosas muy distintas.

Las siguientes reglas son los diferenciadores fundamentales que deberás tener presentes:

La jubilación es un seguro por si ocurre lo peor: Planear la jubilación es como hacerse un seguro de vida. Debería verse únicamente como una valla protectora frente a la peor situación posible: en este caso, quedarse físicamente incapaz de trabajar y necesitar una reserva de capital para sobrevivir.

El interés y la energía son cíclicos: Alternar períodos de actividad y de descanso es necesario para sobrevivir. Los NR aspiran a repartir «mini jubilaciones» a lo largo de la vida, en lugar de acumular la recuperación y el disfrute para la quimera del retiro dorado. Trabajando sólo cuando eres más eficaz, serás más productivo y disfrutarás más de la vida.

Hacer menos no es vagancia: Hacer menos trabajo fútil para concentrarse en cosas de mayor importancia personal para uno NO es pereza. Esto nos resulta difícil de aceptar a la mayoría porque nuestra cultura recompensa el sacrificio personal en lugar de la productividad personal. Concéntrate en ser productivo, no en estar ocupado.

Nunca es buen momento: Las condiciones nunca serán las ideales. «Algún día» es una enfermedad que hará que te lleves tus sueños a la tumba. Hacer listas de pros y contras tampoco ayuda. Si algo es importante para ti y quieres hacerlo «algún día», hazlo y corrige el rumbo mientras caminas.

Mejor pedir perdón que pedir permiso: Si no va a destrozar a quienes te rodean, inténtalo y luego justificate. La gente — ya sean padres, parejas o jefes— te niega cosas por razones emocionales que pueden llegar a aceptar cuando sean un hecho consumado. Si el daño potencial es moderado o reversible, no des a los demás la oportunidad de decirte que no. La mayoría de la gente se apresurará a detenerte antes de empezar, pero dudarán en meterse si ya te estás moviendo.

No te esfuerces por corregir tus debilidades; potencia tus fortalezas: La mayoría somos buenos en unas cuantas cosas y desastrosamente malos en muchas otras. Es de lejos mucho más lucrativo y divertido aprovechar tus fortalezas en lugar de tratar de arreglar todos tus puntos débiles. Se trata de elegir entre multiplicar resultados ayudándote de tus fortalezas o incrementar el grado de mejora fortaleciendo debilidades para, como mucho, alcanzar un nivel mediocre. Concéntrate en utilizar con mayor destreza tus mejores armas en vez de repararte continuamente.

Las cosas llevadas al exceso se convierten en lo contrario: cuando hablamos de diseño de vida no nos interesa crear un exceso de tiempo ocioso, algo venenoso, sino utilizar el tiempo libre de form a positiva, es decir, sencillamente hacer lo que quieras frente a hacer lo que te sientes obligado a hacer.

«No has de acumular, sino eliminar. N o se trata de aumentar cada día, sino de disminuir cada día. Cultivarse a uno mismo culmina siempre en la simplicidad. » BRUCE LEE

El dinero por sí mismo no es la solución: Mantente ocupado con la rutina de la rueda del dinero, finge que así se cura todo y crearás artificialmente una distracción constante que te impedirá ver que lo que haces no tiene ningún sentido.

Métodos para aumentar la productividad

Existen dos métodos para aumentar la productividad que son iguales entre sí, pero dados la vuelta:

  1. Limita tus tareas a las importantes, para trabajar menos tiempo (80/20).
  2. Acorta el tiempo de trabajo para limitar tus tareas a las importantes (ley de Parkinson).

La mejor solución es usarlas juntas. Detecta cuáles son las pocas tareas fundamentales que te generan más ingresos y establece plazos claros y muy cortos para realizarlas.

No llegues nunca a la oficina o te sientes delante del ordenador sin una lista clara de prioridades. Terminarás leyendo correos electrónicos sin conexión alguna y te dejarás la mente hecha un lío para todo el día.

Céntrate en la acción inmediata y aplica normas que eliminen las interrupciones:

  • Evita las reuniones siempre que sea posible.
  • Resuelve los problem as por correo electrónico en lugar de en reuniones cara a cara.
  • Suplica para no ir.
  • Si la reunión es inevitable, ten esto presente: entra con una lista clara de objetivos.
  • Fija una hora para finalizar o vete antes.

Encuentra un mercado

Crear demanda es difícil. Satisfacer demanda es mucho más fácil. No crees un producto y luego busques a alguien para vendérselo. Encuentra un mercado — decide quién es tu cliente— y luego busca o invéntate un producto para él.

El principal beneficio de tu producto tiene que quedar claro en una frase o en unas palabras. ¿Por qué es diferente y por qué debo comprármelo?

UNA frase o unas cuantas palabras, amigos. Apple lo hizo genial con el iPod. En vez de la jerga habitual de las telefónicas y la informática contando gigas, ancho de banda y todo lo demás, dijeron: «1.000 canciones en tu bolsillo». Ya está. Hecho. Simplifica y no avances con un producto hasta que puedas decirlo en una frase y la gente se entere.

Volver a inventar la rueda sale caro; conviértete en un astuto observador de lo que ya funciona y adáptalo.

Henry Ford dijo una vez, refiriéndose a su Modelo T , el coche más vendido de todos los tiempos: «El cliente puede pedir el color que quiera, siempre y cuando sea negro». Él comprendió algo que los empresarios parecen haber olvidado: qué es atender al cliente. El «servicio al cliente» no es convertirse en un botones personal y satisfacer todos sus deseos y caprichos. Servir bien al cliente es proporcionarle un producto excelente a un precio aceptable y resolverle problemas justificados (paquetes extraviados, sustituir producto defectuoso, aceptar devoluciones, etc.) de la manera más rápida posible. Eso es todo.

Cuantas más opciones ofrezcas al cliente, mayor indecisión provocarás y menos pedidos recibirás. Un servicio deficiente, lo mires por donde lo mires. Además, cuantas más opciones ofrezcas, más carga de fabricaciones y servicio al cliente estarás creando para ti mismo.

  1. Ofrece una o dos opciones de compra («básica» y «superior », por ejemplo) y nada más.
  2. No ofrezcas varias formas de envío, sino uno rápido y otro especial, cobrando.
  3. No ofrezcas envío urgente o de un día para otro pues estos métodos darán lugar a cientos de llamadas de agobiados.
  4. Elimina los pedidos por teléfono completamente y dirige a todos los interesados al formulario de pedido por internet. Esto parece un ultraje hasta que te das cuenta de que éxitos formidables como el de Amazon.com han dependido de esto para ahorrar costes que les han permitido sobrevivir y prosperar.
  5. No digas que envías al extranjero. Dedicar 10 minutos en cada pedido a rellenar documentación de aduanas y después lidiar con las quejas de los clientes porque el producto cuesta entre el 20 % y el 100% más debido a los aranceles es tan divertido como darse cabezazos contra un bordillo. Y más o menos igual de rentable.

Que te echen, aunque a veces no te lo esperes y te deje en un estado de pánico y desorientación, suele ser una bendición del cielo: otro ha tomado la decisión por ti; es imposible quedarse repantigado en el mismo trabajo el resto de tu vida. La mayoría no tiene la suerte de que les despidan y mueren una lenta muerte espiritual que se alarga 30 o 40 años de tolerar mediocridad.

Fábula

Un hombre de negocios estadounidense se fue de vacaciones a un pueblecito costero de México, obedeciendo órdenes de su médico.
Como no podía dormir tras recibir una llamada urgente de la oficina la primera mañana, fue dando un paseo hasta el muelle para tomar el aire. Una pequeña barca con un único pescador acababa de atracar. Dentro había varios atunes de aleta amarilla de gran tamaño. El estadounidense felicitó al mexicano por la calidad de su pescado.
— ¿Cuánto ha tardado en cogerlos? — preguntó.
— Sólo un ratito — contestó el mexicano en un inglés sorprendentemente fluido.
— ¿Por qué no se queda más tiempo y pesca más? — siguió el estadounidense.
—Tengo suficiente para mantener a mi familia y dar algunos a amigos — dijo el mexicano mientras los pasaba a una cesta.
— Pero… ¿qué hace el resto del tiempo?
El mexicano le miró y sonrió.
— Me levanto tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me echo la siesta con mi mujer, Julia, y voy al pueblo todas las noches dando un paseo, donde bebo vino y toco la guitarra con mis amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.
El estadounidense se rió alzándose cuan alto era.
— Señor, soy licenciado en administración de empresas por Harvard y puedo ayudarle. Debería pasar más tiempo pescando y, con las ganancias, comprar una barca más grande.
En poco tiempo, podría comprar varias barcas al ser mayor la redada. Con el tiempo tendría una flota de barcos de pesca. En lugar de vender lo que faena a un intermediario, lo vendería directamente al consumidor, hasta abrir su propia enlatadora. Entonces tanto la adquisición del producto como el procesamiento y la distribución estarían en sus manos.
»Tendría que marcharse de esta pequeña aldea costera de pescadores, claro, y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y más tarde a Nueva York, desde donde dirigiría su empresa en expansión con un equipo directivo en condiciones.
El pescador mexicano le preguntó:
— Pero señor, ¿cuánto tiempo llevará todo eso?
A lo que el estadounidense respondió:
— Quince o 20 años. Como mucho 25.
— ¿Pero luego qué, señor?
El estadounidense se rió y le dijo:
— Eso es lo mejor. Cuando llegue el momento, anunciaría su salida a bolsa y vendería sus acciones al público, haciéndose muy rico. Ganaría millones.
— ¿Millones, señor? ¿Y luego qué?
— Luego se jubilaría y se mudaría a un pequeño pueblecito costero, donde se levantaría tarde, pescaria un poco, jugaría con sus hijos, se echaría la siesta con su mujer, Julia, e iría al pueblo todas las noches dando un paseo, para beber vino y tocar la guitarra con sus amigos…

Baile Lento

¿Alguna vez has mirado a niños montar en tiovivo (carrusel)?
¿O escuchado cómo la lluvia cae golpeando el suelo?
¿Seguiste alguna vez el vuelo errático de una mariposa u observaste el sol desvanecerse en la noche?
Aminora la marcha, no bailes tan de prisa.
El tiempo no dura, la música dejará de sonar.
¿Atraviesas con prisas días que se te pasan volando?
Cuando preguntas: ¿cómo estás?, ¿escuchas la respuesta?
¿Al final del día te tumbas en la cama, con los próximos mil recados pululando por tu cabeza?
Aminora la marcha, no bailes tan de prisa.
El tiempo no dura, la música dejará de sonar.
¿Alguna vez le dijiste a un hijo “lo haremos mañana” sin ver por tus prisas la pena en sus ojos?
¿Alguna vez perdiste el contacto?
¿Dejaste morir una amistad por no tener tiempo de llamar para saludar?
Aminora la marcha, no bailes tan de prisa.
El tiempo no dura, la música dejará de sonar.
Cuando corres tanto para llegar, no disfrutas del camino.
Pasar un día agobiado y apresurado es como tirar a la basura un regalo sin abrir.
La vida no es una carrera, tómatelo con más calma.
Escucha la música, antes de que la canción se acabe.

Palabras en un correo electrónico enviado por una niña enferma terminal, de un hospital de Nueva York.

Una vez eres consciente de que puedes desconectar y que no se acaba el mundo, te liberas de una forma que sólo unos pocos llegan a disfrutar.

Fin del Resumen

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