Resumen ¡Que se le van las vitaminas! (Deborah García Bello)


Resumen del Libro Que se le van las vitaminas!

Hemos oído tantas veces aquello de «tienes que tomarte el zumo recién exprimido que si no se le van las vitaminas» que ya nadie lo pone en duda. Descubre este y otros muchos secretos y mitos que solo la ciencia puede resolver.

A mí me funciona la homeopatía. Mitos de la medicina

La Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos ha propuesto que cualquier producto homeopático deba advertir en su etiquetado de que no hay evidencias científicas que lo avalen. En el resto de países, las principales organizaciones van en la misma dirección.

Mientras la homeopatía siga siendo legalmente denominada medicamento sin necesidad de superar un ensayo clínico, seguiremos oyendo comentarios del estilo: «A mí me funciona la homeopatía». Seguirá habiendo personas que piensen que son tratamientos a base de plantas en lugar de diluciones infinitesimales, tratamientos basados en mecánica cuántica.

La conclusión es que la homeopatía no funciona. Es simplemente placebo, un «Sana, sana» de apariencia sofisticada. Tratamientos caros que parecen medicamentos de lujo. Comprar agua llamada homeopatía sale caro, en todos los sentidos.

Vitamina C contra el resfriado. Mitos de la medicina

La vitamina C, también denominada ácido ascórbico, es un nutriente esencial, y su consumo es obligatorio para mantener una buena salud. Es un poderoso antioxidante, ayuda a la absorción del hierro, al crecimiento y reparación del tejido conectivo (piel más suave, por la unión de las células que necesitan esta vitamina para unirse), a la producción de colágeno (actuando como cofactor en la hidroxilación de los aminoácidos lisina y prolina), la metabolización de grasas, la cicatrización de heridas, y previene el envejecimiento prematuro de las células al minimizar su estrés oxidativo.

Por este motivo, los derivados de la vitamina C, los ascorbatos, se utilizan en productos cosméticos por su poder antioxidante, ya que, entre otras acciones, reducen la formación de radicales libres implicados en la aparición de arrugas.

El alimento rico en vitamina C que seguramente nos viene a la mente es la naranja, pero lo cierto es que, mientras que una pieza de este cítrico aporta setenta miligramos de vitamina C, un puñado de fresas contiene ochenta y cinco; un mango, ciento veintidós; media taza de pimientos chile, ciento ocho; y un pimiento rojo, en torno a ciento noventa miligramos. Así que la idea de que la naranja es el alimento que más vitamina C contiene es un mito. También hay que tener en cuenta que la vitamina C se pierde cuando calentamos los alimentos, así que de nada sirve consumir tomates o pimientos cocinados si lo que nos interesa es su vitamina C.

Necesitamos vitamina C para vivir y la encontramos en una gran variedad de frutas y verduras, pero en contra de lo que tradicionalmente se cree, la vitamina C no sirve ni para prevenir, ni para curar la gripe; no acorta la duración del resfriado ni alivia sus síntomas.

Vacunas no, gracias. Es peor el remedio que la enfermedad. Mitos de la medicina

Las vacunas salvan vidas y evitan sufrimiento. Son uno de los mayores logros de la humanidad. Gracias a ellas hemos conseguido erradicar enfermedades mortales como la viruela, y estamos cerca de poder erradicar la polio. Los movimientos antivacunas son un retroceso. Están fundamentados en argumentos equivocados y un conocimiento sesgado de la historia. Estos movimientos son responsables de un gran número de muertes que podrían haberse evitado.

Una vacuna es un agente biológico que proporciona inmunidad ante una determinada enfermedad. Una vacuna contiene típicamente un agente que se asemeja a un microorganismo causante de la enfermedad, y a menudo se hace a partir de formas debilitadas o muertas del microbio, sus toxinas o alguna de sus proteínas. Las vacunas estimulan las defensas para que cuando se encuentre con el microorganismo patógeno que produce la enfermedad, lo reconozca como amenaza y ya tenga las defensas preparadas. Gracias a las vacunas, el sistema inmune puede reconocer y destruir más fácilmente cualquiera de estos microorganismos que encuentre en el futuro.

Las personas no vacunadas quedan protegidas de manera indirecta por los individuos vacunados. Cuanta mayor es la proporción de individuos inmunes, menor es la probabilidad de que una persona susceptible entre en contacto con un individuo infectado. Este fenómeno se llama inmunidad de grupo.

Para controlar e incluso llegar a erradicar una enfermedad infecciosa, la OMS recomienda que la cobertura vacunal para una enfermedad sea al menos del 95 %. Las vacunas tienen un componente social. De que tú te vacunes depende la salud del otro.

Quien teme más a la vacuna que a la enfermedad es porque ha tenido la fortuna de no haberla sufrido de cerca.

Si una enfermedad en particular se elimina en todo el mundo, se considera erradicada. Hoy en día solo se ha erradicado una enfermedad infecciosa que afecte a los humanos: la viruela. En 1980, después de décadas de intentos por parte de la OMS, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó una declaración en la que se consideraba erradicada la viruela. Los esfuerzos coordinados libraron al mundo de una enfermedad que se había cobrado la vida de más del 30 % de sus víctimas, dejando a muchas otras con graves secuelas, como la ceguera.

Me blanqueo los dientes con bicarbonato y limón. Mitos de la cosmética

Los tratamientos blanqueadores profesionales habituales se basan en aplicar un concentrado de peróxido de hidrógeno que puede ser activado o no por luz (láser, led, etc.), y, en los tratamientos que se llevan a cabo en casa, prescritos por el dentista, se utiliza peróxido de carbamida, con el que se rellenan unos moldes a medida. En ambos casos se consigue el blanqueamiento por medio de reacciones de oxidación controladas que no erosionan el esmalte.

Los remedios caseros a base de sustancias ácidas, como el limón, y abrasivas, como el bicarbonato, combinan dos formas de erosionar el esmalte. Una por ataque ácido y la otra por fricción. Ambas producirán daños irreparables. Lo peligroso de estos métodos es que a corto plazo parecen dar buen resultado. Como se elimina la capa oscurecida de los dientes, sí que obtenemos un leve blanqueamiento (aunque incomparable con un blanqueamiento profesional). Este resultado se debe al desgaste del esmalte del diente y, a largo plazo, resultará muy perjudicial para nuestra salud dental.

Para mantener los dientes blancos hay que llevar una dieta pobre en alimentos con colorantes potenciales, no tomar café, no fumar, tomar té blanco o verde en vez de negro, tener una higiene bucodental adecuada, visitar al dentista para hacer limpiezas cada seis meses o por lo menos una vez al año.

Una copita de vino es buena para la salud. Mitos de la medicina

El consumo de alcohol aumenta los eventos coronarios en todos los bebedores, incluyendo aquellos que beben moderadamente.

Resulta que el consumo de bebidas alcohólicas también se relaciona con el riesgo de cáncer, con el mayor nivel de evidencia posible. La OMS, en su Informe mundial de situación sobre alcohol y salud publicado en 2015, concretó que «un consumo tan bajo como una bebida diaria causa un aumento significativo del riesgo de algunos tipos de cáncer».

En 2016, el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer detalló que «existen evidencias científicas sólidas de que el alcohol incrementa el riesgo de padecer seis cánceres: mama, intestino, hígado, boca/garganta, esófago y estómago».

El consumo de vino, incluso el moderado, el de una copita, no hace daño a nadie, aumenta el riesgo de padecer algunas cardiopatías y produce hasta seis tipos de cáncer.

Las cremas solares, mejor sin filtros químicos. Mitos de la cosmética

Eso de que solo hay que protegerse del sol los días soleados o cuando vamos a la playa es falso: hay que protegerse del sol a diario. En la actualidad contamos con productos adecuados para cualquier circunstancia: desde hidratantes de uso diario con protección solar a maquillajes con protección y cremas solares específicas: resistentes al agua, al sudor, que no dejan rastro sobre la piel, matificantes, con tratamientos específicos para la rosácea, etcétera.

Todos los filtros solares, ya sean físicos o químicos, son totalmente seguros y eficaces.

Una infusión para el lumbago y otra para la impotencia. Mitos de la medicina

Si tu médico o farmacéutico te ha recomendado un tratamiento, síguelo, y nunca lo cambies por lo que puedan venderte en una feria. En estos casos, el escepticismo puede ahorrarte disgustos (y dinero). Confía en la medicina, no en la magia.

Escuelas sin wifi. Mitos de la radiación

Lo que deberíamos conocer sobre el wifi, y lo que realmente desmonta el mito, es que la radiación de la tecnología wifi es una radiación de baja energía y de baja intensidad. Está en el rango de la radiación de las ondas de radio. Es decir, que tiene menos energía que la radiación visible, la de la luz y la responsable de los colores de las cosas. Esto implica que esta radiación no es capaz de producir daños que afecten a nuestra salud. Prohibir la tecnología wifi en una escuela es tan absurdo como prohibir la radio.

Es peligroso calentar comida en el microondas. Mitos de la radiación

El microondas no produce cáncer. La radiación de microondas tiene tan poca energía que no es capaz de alterar nuestro ADN, por más tiempo y cantidad de radiación microondas que recibamos a lo largo de nuestra vida. De hecho, para desmentir este mito, nada mejor que acudir a la Asociación Española Contra el Cáncer, que publicó en 2004 un documento denominado Campos electromagnéticos y cáncer: preguntas y respuestas, cuyo texto ha sido avalado por diversas entidades de prestigio, como la Sociedad Española de Oncología Médica. En el texto se refuta con rotundidad cualquier posible relación entre el uso del horno microondas y un mayor riesgo de sufrir cáncer.

Si la radiación de microondas te alcanzase, lo único que podría hacer sobre ti es lo mismo que consigue hacer sobre los alimentos: calentar. Es decir, que el único peligro es que, si estás muy cerca y durante el tiempo suficiente recibiendo radiación microondas, podrías quemarte. Algo parecido a si te pones delante de un horno convencional encendido y con la puerta abierta. La radiación de microondas no puede hacerte más daño que ese, porque no tiene energía para hacer nada más.

Eso sí, ten cuidado si tienes un marcapasos, ya que sí podría interferir en su correcto funcionamiento. Para lo demás, es tan poco peligroso como un horno convencional.

Terapias alternativas que curan el cáncer. Mitos de la medicina

Las terapias alternativas aumentan hasta un 470 % el riesgo de muerte en pacientes de cáncer.

El azúcar moreno es más sano que el azúcar blanco. Mitos de la salud

La recomendación de la OMS de reducir la ingesta de azúcares libres se fundamenta en la probada relación entre el consumo de estos azúcares y la mayor incidencia de enfermedades como la obesidad y la diabetes tipo II. Nos aconsejan que, de media, tomemos como máximo veinticinco gramos de azúcar. Es decir, que con un refresco que tomemos al día ya hemos llenado el cupo.

Se considera azúcar libre los siguientes edulcorantes: el azúcar refinado, el azúcar moreno (sea del tipo que sea, incluida la panela), la miel, los zumos y los siropes. También es azúcar libre cualquiera de estos edulcorantes si forman parte de un alimento manufacturado, por lo que habrá que buscarlos entre la lista de ingredientes.

En rigor, existen varios azúcares, como la lactosa (leche), la fructosa (frutas y miel), la maltosa (cerveza), la sacarosa (azúcar de mesa), etc. Todos ellos son hidratos de carbono.

Para saber si un alimento contiene azúcar añadido y cuánto, hay que mirar la etiqueta y hacerlo en un orden concreto: primero buscamos la palabra azúcar entre la lista de ingredientes. Si no aparece esa palabra, quiere decir que el alimento no contiene azúcar libre. Si aparece la palabra azúcar entre la lista de ingredientes y queremos saber cuánto azúcar hay, nos tendremos que fijar en la información nutricional.

Un yogur natural sin azúcar puede tener 5,3 gramos de azúcares, porque esa cantidad se corresponde con la lactosa de la leche, no con el azúcar común añadido para endulzar. En cambio, en la lista de ingredientes sí se especifica si el alimento lleva azúcar añadido, ya que figuraría como un ingrediente más. Por eso, para saber si un alimento lleva azúcar añadido, hay que fijarse en la lista de ingredientes.

No es cierto que se empleen colorantes para teñir el azúcar, ya que esto no está legalmente permitido. En todos los tipos de azúcar moreno, el color pardo se debe a la melaza. Cuando disolvemos azúcar moreno y este pierde su color superficial revelando que el interior se asemeja al azúcar blanco es debido a que es un azúcar moreno producido por mezcla.

Tanto el azúcar blanco como el azúcar moreno aportan cuatro kilocalorías por gramo. Estas calorías se denominan calorías vacías porque aportan energía, pero no tienen valor desde el punto de vista nutricional. Ambos tipos de azúcar son, esencialmente, sacarosa con una pureza del 85 % o más. El pequeño porcentaje restante, que es melaza y agua, contiene una insignificante cantidad de minerales y vitaminas.

Con respecto al aporte calórico, el azúcar tiene cuatro kilocalorías por gramo, mientras que la miel tiene unas tres kilocalorías por gramo. Esta disminución se debe al agua que contiene.

A diferencia de la glucosa, que se absorbe instantáneamente produciendo un aumento y una disminución rápida de energía, la fructosa se metaboliza más despacio, y en parte es almacenada como reserva por el hígado en forma de glucógeno. El exceso acaba convirtiéndose en grasa. Sin embargo, puesto que la fructosa se transforma en glucosa y produce una elevación glucémica en sangre, no se considera un edulcorante recomendable para las personas con diabetes, tal y como se creía erróneamente en el pasado.

El hecho de que toda la fructosa tenga que ser metabolizada por el hígado (mientras que la glucosa se metaboliza en todo tipo de células) tiene implicaciones sobre la salud. Actualmente se está analizando la relación entre un consumo excesivo de fructosa y algunas patologías como la diabetes tipo II, la obesidad y sus enfermedades cardiovasculares asociadas, el hígado graso no alcohólico y el síndrome metabólico.

La elección saludable y el esfuerzo que deberíamos hacer, si realmente queremos plantarle cara al problema, es endulzar cada vez menos todo lo que consumimos y comer más productos frescos y menos ultraprocesados, que son los que más azúcar añadido contienen. Si lo logramos, obtendremos una recompensa realmente valiosa: descubrir el auténtico sabor de los alimentos.

El edulcorante estevia cura la diabetes. Mitos de la salud

Existen varios tipos de diabetes: tipo 1, tipo 2 y gestacional. Con la diabetes tipo 1, el cuerpo no produce insulina porque el sistema inmunitario ataca y destruye las células del páncreas que la producen. Por lo general, se diagnostica en niños y adultos jóvenes, aunque puede aparecer a cualquier edad. Las personas con diabetes tipo 1 tienen que usar insulina todos los días para sobrevivir.

En conjunto, sí podemos asumir que este edulcorante es mejor para la salud que el azúcar, ya que no influye en la diabetes ni en las caries, e influye en menor medida en la obesidad y sus enfermedades asociadas. Que no sea malo para la salud tampoco implica que sea beneficioso. El gran inconveniente del uso de este edulcorante es que perpetúa conductas alimentarias insalubres y la tendencia de consumir todo con un extra de dulzor. Los edulcorantes enmascaran el verdadero sabor de los alimentos, y esa es la mayor pérdida de todas.

Para el año 2015, 30,3 millones de personas en Estados Unidos, es decir, el 9,4 % de la población, tenían diabetes.

La diabetes es una enfermedad que se presenta cuando el nivel de glucosa en la sangre, también conocido como azúcar en la sangre, es demasiado alto. La glucosa en la sangre es la principal fuente de energía y proviene de los alimentos. La insulina, una hormona que produce el páncreas, ayuda a que la glucosa de los alimentos ingrese en las células para usarse como energía. Algunas veces, el cuerpo no produce suficiente o no produce nada de insulina o no la usa adecuadamente, y la glucosa se queda en la sangre y no llega a las células.

Las personas que tienen más probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 son las que tienen más de cuarenta y cinco años, antecedentes familiares de diabetes o sobrepeso. La inactividad física, la raza y ciertos problemas de salud, como la presión arterial alta, también influyen en la probabilidad de tener diabetes tipo 2. Además, la probabilidad de desarrollarla es mayor si se tiene prediabetes o si se tuvo diabetes gestacional cuando se estaba embarazada.

Con el tiempo, los niveles altos de glucosa en la sangre causan problemas, como enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares, enfermedades de los riñones, problemas de los ojos, enfermedades dentales, lesiones en los nervios y problemas en los pies, entre otras. Las personas pueden tomar algunas medidas para reducir la probabilidad de tener estos problemas de salud relacionados con la diabetes, pero de momento no existe cura.

Uno de los mayores mitos que encontramos haciendo una búsqueda por internet sobre las bondades de estos edulcorantes es que la estevia cura la diabetes. Ni cura la diabetes ni ninguna otra enfermedad. La única relación entre estos edulcorantes y la diabetes es que son aptos para diabéticos.

Los alimentos transgénicos, un problema sanitario y medioambiental. Mitos del medioambiente. Mitos de la salud

Un organismo genéticamente modificado (OGM) es un organismo cuyo material genético ha sido alterado usando técnicas de ingeniería genética para obtener unas características deseadas. La ingeniería genética permite modificar organismos mediante varias técnicas. Una de ellas es la transgénesis, que da como resultado los llamados transgénicos. Así que lo que coloquialmente llamamos transgénico realmente es un tipo de OGM. Dicho de forma sencilla: un transgénico es un organismo que lleva un trozo de ADN de otro organismo, y se ha obtenido por modificación genética.

Se han aprobado más de cien cultivos transgénicos para consumo tanto humano como animal en un lapso de quince años, y de acuerdo con la OMS, son tan seguros como los convencionales.

Los transgénicos ayudan a los agricultores en varios frentes: hacen que sus cultivos sean más productivos a un coste menor, y pueden cultivarlos sin necesidad de emplear fitosanitarios, sin hacer rotaciones de cultivo y sin agotar los suelos. Para los consumidores también hay transgénicos que ofrecen ventajas, más allá de la rebaja de los precios, como pueden ser cereales sin gluten, alimentos enriquecidos con antioxidantes o el arroz dorado. Y más allá de la alimentación, los transgénicos se utilizan en otros sectores, entre ellos la medicina; la insulina gracias a la que sobreviven muchos diabéticos es transgénica.

La biotecnología, y dentro de ella los transgénicos, es lo mejor que tenemos para cuidar el medioambiente, optimizar las cosechas y reducir el impacto de la agricultura.

Los alimentos naturales no llevan aditivos. Mitos de la salud

Los aditivos alimentarios son sustancias que se añaden a los alimentos con diferentes funciones. Estas funciones cumplen esencialmente tres objetivos: Mejorar características organolépticas del alimento, como son el sabor, el color, el aroma o la textura. Entre ellos encontramos espesantes, colorantes, aromatizantes, edulcorantes, saborizantes, etcétera.

Optimizar aspectos tecnológicos del alimento y su elaboración. Entre ellos encontramos emulsionantes, espesantes, gelificantes, antiaglutinantes, etcétera. Garantizar la seguridad y conservación del alimento. Entre ellos, se cuentan antioxidantes, acidulantes, conservantes, etcétera. Proporcionar los ingredientes o constituyentes necesarios para los alimentos fabricados para grupos de consumidores que tienen necesidades dietéticas especiales.

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